La necesidad que el uno mismo tiene del otro es paradojica puesto que el uno mismo trata de establecerse como una realidad absoluta e independiente. Pero el self solo puede ser reconocido por sus actos, y solo si sus actos tienen un significado para otro, tienen significado para el. Sin embargo, cada vez que el actua niega al otro.
La mutualidad que implica el concepto de reconocimiento es un problema para el sujeto, cuya meta es solo estar seguro de si mismo. Cada persona debe tratar de demostrar la certidumbre de si misma en la lucha a muerte que todos enfrentamos con otro. Esta lucha a muerte culmina en la relacion del amo y el esclavo, cuando uno se rinde y el otro se impone. En este desenlace, no hay reconocimiento mutuo.
La necesidad de reconocimiento supone esta paradoja: en el momento mismo de comprender nuestra independencia, dependemos de que otro la reconozca. En el momento en que comprendemos que mentes separadas pueden compartir el mismo estado, tambien advertimos que esas mentes pueden disentir.
La resolucion ideal a la paradoja del reconocimiento es que esta continue como una tension constante.
El proceso que llamamos diferenciacion opera a traves del movimiento de reconocimiento. La naturaleza de este movimiento es necesariamente contradictoria. Solo profundizando es, en el encuentro de las mentes.
El reconocimiento del otro se logra a traves de un proceso paradojico, en el que el objeto tiene que ser destruido dentro de nosotros para que sepamos que ha sobrevivido fuera; asi podemos reconocerlo como no sometido a nuestro control. El reconocimiento mutuo no puede lograrse por medio de la obediencia, de la identificacion con el poder. Requiere el contacto con el otro. El significado de la destruccion es que el sujeto pueda comprometerse en una confrontacion con el otro, y experimentar que esa colision no es nociva para el otro ni para el mismo, y no provoca ni abandono ni retaliacion.
El reconocimiento mutuo es quizas el punto mas vulnerable del proceso de diferenciacion. Para afirmar nuestra existencia, necesitamos la oportunidad de actuar e influir sobre otro. Si el otro me niega su reconocimiento, mis actos no tienen ningun significado; si el otro esta tan por encima de mi que nada que yo pueda hacer modificara su actitud conmigo, solo cabe que me someta. Mi deseo y mi ser como agente activo de mis actos no encuentran salida, salvo en forma de obediencia. Podiamos llamar a esto la dialectica del control: si controlo totalmente al otro, el otro deja de existir, y si el otro me controla totalmente soy yo quien deja de existir. El reconocimiento del otro es una condicion de nuestra propia existencia independiente.
La verdadera independencia supone mantener la tension esencial de estos impulsos contradictorios, tanto afirmar al self como reconocer al otro. El dominio es la consecuencia de rechazar esta condicion.
1 comentario:
Si queres enviarlo a alguna de tus turras, estaria bueno que citaras el origen, salvo en los casos en que afecte tus intereses (todos?) jajajajajajajaj
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