lunes, octubre 23, 2006

Recorde un juego. Lo jugabamos en la cama antes de dormir. Se llamaba "Decime" y se trataba de preguntar tres cosas que se querian saber del otro. Algo inviolable habia, estaba muy claro que ninguno podia nunca jamas mentir en las respuestas. Y mucho menos utilizar alguna de esas respuestas en algun enojo. Era excitante. Soliamos saltar de la mas tonta. Tipo Decime tus tres gustos de helados favoritos. A las mas arriesgadas Decime las tres cosas que te hago y mas placer sexual te producen. Pasando por las profundas: Decime las tres cosas de mi que te hacen sufrir. Pasabamos horas asi. Lo mejor es que la mayor parte del tiempo nos moriamos de risa. Y que, sin darnos cuenta, llegamos a conocernos mas de lo que imaginamos. Una noche el pregunto Decime las tres cosas que mas te gustan de mi, y que hicieron que te enamoraras. Conteste rapido: Que me divierto como loca con vos, que me das todos los gustos y que tu piel huele como la de mi papa. Nunca mas jugamos. Ninguno dijo nada. Ninguno pregunto porque. Desde entonces se que la mente del hombre es mas impredescible de lo que creia. Y que, en la mayoria de los casos, su puto orgullo o su maldito (y disimulado) temor al fracaso les hace perderse de las mejores cosas de la vida. Al menos de las mas divertidas.

1 comentario:

PIERRE Y PENELOPE dijo...

Ojala, por vos misma, alguna vez en la vida, ante un problema que se te presente, aprendas a mirar hacia adentro, antes que nada, antes que querer buscar en culpas ajenas lo que quizas podrias resolver alli mismo en ese lugar donde uno se encuentra con uno mismo, y quizas se da cuenta, que esa compañia, no le agrada.